
Proa del Titanic.
El pecio del RMS Titanic reposa a 3.821 metros de profundidad (12.500 pies; 3.8 km; 2.37 millas) en el océano Atlántico norte, aproximadamente 600 km (370 millas) de distancia de las costas de Terranova. El pecio actualmente se encuentra dividido en 2 partes, la proa y la popa, separadas a 600 metros de distancia. La proa todavía es reconocible con muchos interiores conservados, a pesar del deterioro que esta ha sufrido durante más de cien años en el fondo del mar. Por el contrario, la popa se encuentrá en un mal estado. Un campo de escombros alrededor del pecio contiene cientos de miles de objetos que se hundieron con el barco.
Decubrimiento[]

Popa despedazada del Titanic
Desde el hundimiento, se han hecho expediciones para encontrar los restos del barco, pero no fue hasta el 1 de septiembre de 1985 que fueron encontrados por Robert Ballard en una misión secreta a cargo de la Marina de Estados Unidos. Después fueron haciendo más investigaciónes.
Reflote[]
Desde el anuncio de la noticia del hundimiento del Titanic, surgieron proyectos utópicos para reflotar los restos de la nave. En efecto, las familias de John Jacob Astor, Benjamin Guggenheim y Charles Hays deseaban reflotar los restos del transatlántico para recuperar los despojos de sus familiares. Vincent Astor contactó así a la compañía Merritt & Chapman con la idea de dinamitar los restos, procedimiento que debería permitir remontar los cadáveres a la superficie, al precio de la pérdida del navío. No obstante, tras una intensa investigación de Merritt & Chapman, todo intento se revela demasiado costoso y la tecnología de 1912 no permitía considerar un reflotaje. Posteriormente, fueron considerados proyectos de escasa viabilidad. En 1913, Charles Smith se propuso utilizar sumergibles e imanes eléctricos unidos al casco, pero el proyecto fue abortado por falta de fondos. Seguidamente, los restos fueron olvidados por algunos años, pero la aparición en los años 1950 de la novela A Night to Remember de Walter Lord atrajo nuevamente la atención sobre el navío. Entonces, surgieron ideas sorprendentes, sobre todo inspiradas por Dooglas Wolley. Así, se planeó colocar nitrógeno líquido en el Titanic o rellenarlo de pelotas de ping-pong o de vaselina para hacerlo remontar a la superficie; sin embargo, ninguno de estos proyectos encontró financiamiento.